lunes, 27 de agosto de 2012

Veranito en Sage

Muchas gracias a Sage y a los profesores Félix y Germán por apostar por nosotros y adentrarnos en el magnífico mundo de la Prevención, (ahora por su "culpa" cada vez que salgo a la calle y voy a algún establecimiento me descubro buscando extintores y su ficha de mantenimiento, comprobando la distancia entre ellos, buscando las BIEs y los planos de evacuación, y casi preguntando al responsable: Por favor me puede decir el aforo del local y las salidas de emergencia?) y también estoy encantada de haber conocido a las diferentes personalidades que hemos compuesto el equipo de clase.

Ha sido un verano que no considero desaprovechado, gracias a TODOS por hacernos a los demás un poquito mejores. Mucha suerte a todos y espero saber pronto de vosotros. 

Saludos.
Eva.

viernes, 24 de agosto de 2012

Despedida del curso

El miércoles 23 de agosto de 2012 se procedió a la clausura del curso 41.12 "Gestión de Riesgos" con la entrega de los diplomas acreditativos por parte de Francisco Rayo, Responsable de Alianzas de Sage Formación S.A.




























Para a continuación tomarnos unas tapas

















Muchas gracias a tod@s por el resultado magnífico del curso de parte de SAGE y especialmente de vuestros profesores Germán González y Félix Sánchez.
Os deseamos una brillante trayectoria profesional, fortalezas y ganas no os faltan.
Por último esperamos que este blog nos sirva en el futuro para poder seguir manteniendo el contacto.


miércoles, 22 de agosto de 2012

A grandes males, pequeños remedios



"Con la gestión reformista de la incertidumbre que propongo no trato, para nada, de recomendar el recogimiento en el espacio privado, hacer pequeñas cosas en nuestra esfera de acción y dejar el resto importante de la gestión a los especialistas. Tampoco es una simple llamada a ciertas formas de sabiduría tradicional, aunque considera que ésta no es irrelevante.



Es cierto que en parte se conecta con lo que en su momento Popper llamó ‘ingeniería social fragmentaria’, y también con ciertas formas elementales de la sabiduría tradicional. Un primer paso es la definición de ciertos principios de simplicidad como pueden ser el principio de prudencia y el de la participación en las políticas públicas. De ambos tipos de acción no se puede decir que sean grandes remedios, pero pueden resultar muy eficaces, al menos por tratar de reducir los efectos dañinos absolutamente imprevisibles. Recogen algo de la crítica procedente de los defensores de la tesis de la inutilidad o de los que hablan de la perversidad moral de gestionar el riesgo. Pero, toda pretensión de reducir al nivel cero los riesgos es, en sí misma, una pretensión absolutamente contraria al proceso de organización social que arrastra la contrapartida del fatalismo negativo: el optimismo ingenuo. Además, no cabe olvidar el serio problema de si acaso el no hacer algo no supone también un cambio importante en el contexto.

Gestionar el riesgo es tanto como plantearnos el tema de la entera política, no exclusivamente de la política científica y tecnológica. El análisis conceptual del riesgo resulta, por tanto, enormemente importante para una gestión eficaz: “La combinación entre irreversibilidad e incertidumbre debería hacernos más cautelosos respecto a la reducción del capital natural”(Atkinson, Dubourg, Hamilton et al., 1997: 15)

Evidentemente ocurre que la gestión se encuentra estrechamente vinculada a la divulgación, difusión y percepción del riesgo, aunque sólo sea porque se puede producir una ampliación de los riesgos reales por la misma forma de comunicación de los riesgos potenciales. El miedo a contraer la encefalopatía espongiforme o el miedo provocado por las consecuencias del tabaquismo son casos interesantes de estudio porque en ellos parecen aplicarse modelos diferentes sobre los riesgos potenciales, uno mucho más difuso y a muy largo plazo, otro insistente en consecuencias más inmediatas. El modelo de individuo al que se supone va dirigida la información no parece similar. El difuso es más complejo valorativamente y tiene más en cuenta a las generaciones futuras, el otro, el del tabaco, es más concreto e insiste en el egoísmo racional individual.

De todo ese conjunto me parece importante señalar la importancia de lo que podríamos llamar formas constitucionales de prevenir el riesgo. Me refiero a establecer acuerdos que vinculen a decisiones futuras, al establecimiento de protocolos nacionales, regionales e internacionales que restrinjan el rango de riesgos potenciales. No tanto reglas inmediatas de acción, sino metarreglas sobre las acciones. El avance del principio de prudencia, con toda su ambigüedad, puede ser un buen ejemplo de este tipo de propuestas. Pero si se trata de facilitar la reversibilidad, de compartir un horizonte de valores que permitan llegar a acuerdos, hay ya también conocimiento sobre la importancia que puede tener el desarrollo de las formas institucionales de la democracia para evitar la producción de hambrunas y para atender a grandes desastres imprevisibles. El sistema procedimental de la democracia y las elecciones coloca como interés del gobernante atender con prontitud y celeridad a ese tipo de problemas “puntuales” . Sin embargo, más difícil y complejo se presenta el problema de los riesgos persistentes, generales y difusos. Por ejemplo, la miseria crónica o las situaciones de carencia persistente de atención a las obras públicas.

En la gestión del riesgo resulta fundamental el mantenimiento de la pluralidad de opciones y la aplicación de medidas reversibles: que se pueda protestar contra determinadas opciones y que se pueda abandonar un curso de acción. Esto se corresponde en buena medida con el análisis social de Hirschman, y con los mecanismos que ha caracterizado como salida, voz y libertad. Podríamos caracterizar a esta opción que defendemos como conformismo escéptico ante el riesgo que se contrapone con la adopción cínica de riesgos y con el fatalismo negativo.

Ahora bien, gestionar el riesgo supone una definición explícita de los objetivos, no es un problema sencillamente de medios, sino que hay que hacer intervenir los fines. Junto a ello, el problema de la definición de los entornos (entornos de riesgo), y la consideración más o menos global de las interacciones, es otro de los componente claves. Por un lado resulta imprescindible enfrentarse al pensamiento mágico o al primer principio de la pseudociencia que considera que todo está relacionado con todo, lo que viene a ser algo parecido a que nada está relacionado con nada. La discriminación resulta fundamental para determinar cuando el riesgo es global. Sin duda estamos hablando de una tecnociencia social, la tecnociencia de la gestión del riesgo, pero no es lo mismo asignar los riesgos a todos en el plano internacional (e.g., Kyoto y la decisión de EE.UU.) sin tener en cuenta la cuestión de la historia (las generaciones futuras de los países del centro se beneficiarían de lo que esos países hicieron antes), que definir los marcos de interacción e incluir el descuento por el pasado. Al mismo tiempo, si el riesgo es auténticamente global no debería adoptarse una política que hiciera depender la acción de lo ocurrido en el pasado. Pero seguramente hay muy pocos casos en los que se planteen esas opciones como claramente antagónicas.

Como han dicho (Hellström, y Jacob, 1996: 84): «El reconocimiento en la evaluación de impacto medioambiental de que no se puede eliminar la incertidumbre, sino que solamente puede ser administrada, sirve para conseguir un mayor grado de transparencia y para prevenir el autoengaño a la hora de ejercer una política de calidad». Aunque desde luego hay mucho que precisar, y muy importante, entre el riesgo y la incertidumbre, me interesa señalar que cada vez está más presente esa idea (señalada por Hellström y Jacob) de que la incertidumbre no puede eliminarse, sino que solamente puede ser administrada. En el análisis de la globalización del riesgo se ha generado todo un mundo de expertos: en economía, en nuevas tecnologías, en problemas de crecimiento y distribución de recursos, en evaluación de riesgo y problemas medioambientales, etc. etc. Pero es importante recordar que el mismo hablar de ‘expertos’ es una intervención sistemática sobre el medio social.

Dicho un tanto abruptamente, no hay neutralidad valorativa en las ciencias sociales; haremos bien en no olvidar que, lejos de una ciencia social libre de valores, toda práctica humana está estrechamente vinculada a la valoración y a la acción valorativa. No hay una distinción fuerte entre interpretar y transformar, a pesar de la conocida y repetida expresión de algún clásico de las ciencias sociales que nos recomendaba cambiar nuestra actividad interpretativa por la transformación del mundo. Por el contrario, no deberíamos perder de vista que la interpretación del mundo es su propia transformación, sobre todo cuando se trata del mundo social".

Fuente: J. Francisco Álvarez (UNED)

domingo, 12 de agosto de 2012

Visita al Archivo de Indias

Siguiendo con nuestras visitas para poder ver los sistemas de prevención instalados en edificios públicos y fábricas de Sevilla hoy 10 de agosto de 2012 le tocó el turno al Archivo de Indias en Sevilla.
A pesar de la alerta roja por alta temperaturas nos dispusimos a las 11:30 horas de la mañana a utilizar el tranvía para llegar al centro, eso si bien provistos de agua.





A las 12 en punto ya estábamos en la puerta del archivo donde nos esperaba una guía que durante 45 minutos nos impartió una muy interesante charla sobre el Archivo de indias y sobre la exposición que estaba instalada en la 2ª planta.




Como pregunta interesante el porqué no existían en las instalaciones ningún extintor de CO2.




Cerca de las 2 de la tarde abandonamos el Archivo y volvimos a las instalaciones de SAGE en el tranvía.